Ella
Ella se acomodo el cabello, largo, hermoso, lacio y marrón, parecía no preocuparle nada, ahí muy dentro de su mirada había un amargo dolor que aun no quería terminar de tragar, la muerte del padre, podía reflejar ese dolor en la temperatura de sus manos, en aquellas veces que permitía que las acriciara, la temperatura de sus dedos cuando estaba triste era distinta, pedia que la sostuviera, pedia que la amara, pero nunca pudo hacerlo con su voz, la pude querer tanto que en cada reflejo se me mostraba, tanto que no había escondite, no había refugio entre mis pensamientos, porque me amas? Pudo decirme un día con voz franca, los motivos se extendían tanto que mis pensamientos se nublaron, ni yo mismo sabia, tuve que ser reduccionista, simplemente te amo y ya, no hay necesidad de explicar, es decir, no existe ni existirá palabra, frase, libro, tratado, que logre atinar en el porque uno ama, hormonas, química, programas, pasados, recuerdos, teorías, leyes, finalmente frente a todo esto, el amor sacude tu vida y te deja en la periferia de lo que alguna vez creiste ser, y cuando quieres volver a ti, a eso que conocías, todo esta derrumbado, esa proeza tiene el amar, permite verte diluido, errático, vulnerable, y te permite construirte en un espacio mas grande, nuevo, refrescante, el amar te da la oportunidad de elegir volver a nacer, te da el paso a un abismo, a un vacío, que misterioso te ofrece un mundo nuevo, una nueva linea de tiempo, te fuiste y me dejaste en un mundo completamente distinto, que aun estoy conociendo, me quede con tus miradas y tu con mis bocetos, me quede amándolo todo, y tu con todos mis instantes, te fuiste.
Enrique Zervin